Hay una semana en el año en la que convergen distintas religiones, cada una celebrando cosas diferentes. Hablamos de la Semana de Pascua. Vamos a referirnos a dos religiones en particular: el cristianismo -en especial en su versión católica-, y el judaísmo. Comencemos por esta última.
Según el relato bíblico, el pueblo hebreo fue prisionero de los egipcios. Así, las tareas más degradantes, o bien, aquellas que requerían un efuerzo físico considerable, eran dadas a los judíos. Un día, el Faraón dictó una orden real: los soldados egipcios deberían matar a todos lo sniños varones que nacieran en el pueblo de esclavos judíos. Esto se debió a que el Faraón consideró que eran numéricamente muchos los judíos en egipto.
Jojebed, mujer hebrea que había dado un varon en esos días, tuvo terror de los soldados egipcios, por lo que decidió esconder al bebé. Pero cuando esto fue imposible, decidió confiar su hijo a la Providencia de Dios. Así, en una canasta, lanzó a su hijo recién nacido al río Nilo. La hermana del bebé, Miriam, siguió el curso de la canasta por la orilla.
La canasta fue encontrada en el río por Batía, la hija del Faraón, dando así lugar a uno de los posibles significadops del nombre Moisés: engendrado en el agua. Miriam habría ofrecido los servicios de ua mujer hebrea para criar y amamantar al bebé, por lo que Jojebed volvió a estar cerca del niño por dos años más.
Moisés, una vez hecho un hombre, observa y comprende que tiene razgos comunes al pueblo de esclavos. Una tarde, observa cómo un soldado egipcio azota a un pobre anciano cuyas fuerzas no le permitían seguir con su trabajo. Moisés, enrentándose al soldado, lo mata con sus manos. Así las cosas, decide marchar al desierto, donde nadie lo podría perseguir.
Fue en el desierto, donde el dios Yavé habla con Moisés y le encarga liberar al pueblo hebreo de Egipto. Ante la negativa del Faraón de liberar a los judíos, Yavé envió diez plagas sobre los egipcios, que determinan la salida de los judíos de Egipto. Ahora bien, es la última plaga la que merece ser considerada, pues de ella nace la celebración de la pascua.
Yavé encarga a Moisés que la noche de la última plaga, el pueblo judío coma un cordero asado -al que no se le hayan quebrado los huesos-, acompañado con vino y con unos panes ácimos, es decir, hechos sin levadura. La cena debía comerse rápidamente, como quien está a punto de huir, y vestidos con ropas de salir.
Pues bien, cuenta el texto bíbilico que el ángel de Yavé visitó Egipto casa por casa, y aquellas en las que las puertas fueron señaladas con la sangre del cordero, esas fueron liberadas de la décima plaga. Las casas en las que faltó la señal, merecieron la muerte del primogénito hijo varón, incluyendo la casa del Faraón.
Esta es la historia de la Pascua judía. Jesús, según el texto evangélico, antes de morir celebró la pascua (recordemos que Jesús era de origen judío, y por tanto cumplía con las celebraciones de su comunidad). Ahora bien, en un determinado momento, Jesús habría cambiado el sentido de la celebración, al tomar le pan ácimo y decir que representaba su cuerpo, y tomar una copa de vino y decir que representaba su sangre. Horas después, Jesús habría sido arrestado, y condenado a muerte. Según el texto evangélico, al tercer día de su arresto y muerte habría resucitado. Pues bien, para la cristiandad, la Pascua es la celebración que recuerda la muerte y resurrección de Jesús.
Quizás sea interesante notar que la fecha en que judíos y cristianos celebran la pascua está determinada por un fenómeno natural: la primera Luna llena después del equinoccio de primavera en el Hemisferio Norte. Así, el domingo siguiente a dicha Luna, es el llamado Domingo de Resurrección, o Domingo de Pascua.
Muchos pueblos nórdicos, pueblos que celebraban las fases de la Luna y los cambios estacionarios, tomaron el momento del equinoccio de Primavera para celebrar la fertilidad de los campos y el renacer de la vida. Entre sus costumbres, estaban la elaboración de una rosca de pan dulce, o la decoración de huevos, que una vez escondidos, los niños debían encontrar
Según el relato bíblico, el pueblo hebreo fue prisionero de los egipcios. Así, las tareas más degradantes, o bien, aquellas que requerían un efuerzo físico considerable, eran dadas a los judíos. Un día, el Faraón dictó una orden real: los soldados egipcios deberían matar a todos lo sniños varones que nacieran en el pueblo de esclavos judíos. Esto se debió a que el Faraón consideró que eran numéricamente muchos los judíos en egipto.
Jojebed, mujer hebrea que había dado un varon en esos días, tuvo terror de los soldados egipcios, por lo que decidió esconder al bebé. Pero cuando esto fue imposible, decidió confiar su hijo a la Providencia de Dios. Así, en una canasta, lanzó a su hijo recién nacido al río Nilo. La hermana del bebé, Miriam, siguió el curso de la canasta por la orilla.
La canasta fue encontrada en el río por Batía, la hija del Faraón, dando así lugar a uno de los posibles significadops del nombre Moisés: engendrado en el agua. Miriam habría ofrecido los servicios de ua mujer hebrea para criar y amamantar al bebé, por lo que Jojebed volvió a estar cerca del niño por dos años más.
Moisés, una vez hecho un hombre, observa y comprende que tiene razgos comunes al pueblo de esclavos. Una tarde, observa cómo un soldado egipcio azota a un pobre anciano cuyas fuerzas no le permitían seguir con su trabajo. Moisés, enrentándose al soldado, lo mata con sus manos. Así las cosas, decide marchar al desierto, donde nadie lo podría perseguir.
Fue en el desierto, donde el dios Yavé habla con Moisés y le encarga liberar al pueblo hebreo de Egipto. Ante la negativa del Faraón de liberar a los judíos, Yavé envió diez plagas sobre los egipcios, que determinan la salida de los judíos de Egipto. Ahora bien, es la última plaga la que merece ser considerada, pues de ella nace la celebración de la pascua.
Yavé encarga a Moisés que la noche de la última plaga, el pueblo judío coma un cordero asado -al que no se le hayan quebrado los huesos-, acompañado con vino y con unos panes ácimos, es decir, hechos sin levadura. La cena debía comerse rápidamente, como quien está a punto de huir, y vestidos con ropas de salir.
Pues bien, cuenta el texto bíbilico que el ángel de Yavé visitó Egipto casa por casa, y aquellas en las que las puertas fueron señaladas con la sangre del cordero, esas fueron liberadas de la décima plaga. Las casas en las que faltó la señal, merecieron la muerte del primogénito hijo varón, incluyendo la casa del Faraón.
Esta es la historia de la Pascua judía. Jesús, según el texto evangélico, antes de morir celebró la pascua (recordemos que Jesús era de origen judío, y por tanto cumplía con las celebraciones de su comunidad). Ahora bien, en un determinado momento, Jesús habría cambiado el sentido de la celebración, al tomar le pan ácimo y decir que representaba su cuerpo, y tomar una copa de vino y decir que representaba su sangre. Horas después, Jesús habría sido arrestado, y condenado a muerte. Según el texto evangélico, al tercer día de su arresto y muerte habría resucitado. Pues bien, para la cristiandad, la Pascua es la celebración que recuerda la muerte y resurrección de Jesús.
Quizás sea interesante notar que la fecha en que judíos y cristianos celebran la pascua está determinada por un fenómeno natural: la primera Luna llena después del equinoccio de primavera en el Hemisferio Norte. Así, el domingo siguiente a dicha Luna, es el llamado Domingo de Resurrección, o Domingo de Pascua.
Muchos pueblos nórdicos, pueblos que celebraban las fases de la Luna y los cambios estacionarios, tomaron el momento del equinoccio de Primavera para celebrar la fertilidad de los campos y el renacer de la vida. Entre sus costumbres, estaban la elaboración de una rosca de pan dulce, o la decoración de huevos, que una vez escondidos, los niños debían encontrar
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