No recuerdo con exactitud en qué momento, después de haber leído algunos libros sobre Tarot, hice “el papelito”, pero no fue antes de pasar un mes y medio, como mínimo. El papelito era un resumen de los significados de las cartas, divididas en Arcanos Mayores, primero, y luego cada palo de la baraja. A su vez, incluía los significados de cada carta al derecho como invertida.
La honestidad y la sinceridad deberían estar presentes en todas las tareas que emprendamos. Pues bien, para ser honesto y sincero con ustedes, les cuento que “el papelito” no fue creación mía, sino que lo bajé de Internet. Es decir, no me tomé el trabajo de cotejar libro por libro, artículo por artículo lo que los autores dicen sobre cada significado de cada una de las 78 cartas del Tarot, sino que una noche, di con un sitio de Internet, cuya dirección no recuerdo, en la que se ofrecía una tabla con los significados resumidos de la manera que señalé más arriba. Pues bien, mi intuición me dijo que esa guía podía ser tomada como fiable, y así procedí a pegarla a un documento de Word y la imprimí.
Así pues, durante mis primeras lecturas, “el papelito” fue una gran ayuda para mí. Si tuviera que buscar una metáfora, diría que fueron las rueditas para la bicicleta, esas que se usan cuando los niños son chicos y recién aprenden a andar en la bici. Son un apoyo y evitan que se caigan, es decir, sirven para dar seguridad. Pues bien, “el papelito” me daba seguridad, seguridad de que no iba a caer al interpretar mal alguna carta. Con el tiempo, me di cuenta que eso en realidad, es casi imposible, pero eso lo veremos más adelante.
El único problema que yo encuentro en el uso de un soporte o muleta como en este caso, es la dependencia que puede generar. Consciente de ello, siempre traté de no tener que mirar tanto en la hoja para poder interpretar el sentido de la tirada. Al principio era casi imposible no mirar la hoja: las cartas se me hacían imposibles de interpretar sin una ayuda, una pista aunque más no fuera. Con el tiempo, me fui acostumbrando, y algunas cartas comenzaron a hablarme de manera más clara. Así, ya sabía que X significaba la posibilidad de un viaje, o que Y significaba la posible llegada de un amor, etc. Ahora, hagamos algunas puntualizaciones, que considero importantes. Cada lectura del Tarot es un acto de interpretación. Interpretar significa darle, a algo, un sentido. Un intérprete es aquella persona que está capacitada para traducir, y en ese sentido un tarotista es un intérprete. Cada vez que desplegamos las cartas sobre la mesa, nos encontramos con un conjunto de dibujos, imágenes, que relacionadas entre sí de determinada manera, pueden interpretarse, traducirse de una manera u otra.
Desde el área de la psicología, hay quienes sostienen que todo ser humano piensa en palabras, es decir, el acto de pensar consiste en poner en palabras –que dependerán de la lengua madre que tengamos o del idioma que estemos usando por la razón que fuere-, aquellas sensaciones que percibimos. Así, cuando somos capaces de decir que tenemos frío, que estamos tristes o alegres, lo que estamos transmitiendo es una sensación, que pudimos identificar primero para luego adjudicarle una palabra. De esa forma podemos comunicarnos. Sin embargo, hay quienes desde el área de la antropología sostienen que el ser humano piensa en imágenes. Nuestra mente recuerda episodios vividos y sensaciones percibidas como imágenes, que nuestra cultura –ya sea la cultura madre, aquella en la que nacimos, o la cultura en donde vivimos en la actualidad-, traduce en palabras, para poder comunicarnos con los demás. Si aceptamos esta última posibilidad, vemos que el lenguaje se encuentra en una situación de desventaja, limitada si se me permite, pues resulta complejo poder transmitir una imagen en su totalidad utilizando palabras, que pueden tener más de un sentido, y más de un significado. Por lo tanto, la explicación que hacemos sobre una imagen siempre es mucho más vasta y compleja que contemplar la imagen en cuestión, o bien una reproducción de la misma o una representación de la imagen primera.
El Tarot ha sido comparado con una biblioteca de 78 libros, o en una visión más modesta, con un libro de 78 páginas. Hay quienes han llamado a la baraja como “máquina de 78 piezas”, en la que las combinaciones entre piezas es fundamental a la hora de ver el resultado final. Pues bien, más allá de la metáfora que utilicemos, es cierto que al desplegar las cartas sobre la mesa nos encontraremos con una serie de imágenes, a las que daremos un sentido en palabras. Este es un proceso complejo, en la que entran en juego un conjunto importante de procesos mentales en el tarotista, procesos que le permiten decir, poner en palabras, aquello que ve.
Mi intención es aportar herramientas a quienes pretendan introducirse en el mundo del Tarot, pero no pretendo determinar el significado de cada carta en particular, ni explicitar cómo se debe leer si El Loco se encuentra a la derecha de El Mago, con un siete de bastos encima. No, mi intención es otra. Mi intención es comprender qué significa leer las cartas, cómo podemos prepararnos para esa tarea, y qué implicaciones tiene decirse tarotista. Así, desarrollaré mis creencias acerca de cómo llega el tarotista a comprender el significado de cada carta en particular y en general, en relación con otras. Estas creencias personales provienen de mi práctica concreta con el Tarot, y es esta experiencia la que pretendo y deseo exponer a tus ojos, querido/a lector/a. Así pues, comencemos a transitar el camino del Tarot.
Así pues, durante mis primeras lecturas, “el papelito” fue una gran ayuda para mí. Si tuviera que buscar una metáfora, diría que fueron las rueditas para la bicicleta, esas que se usan cuando los niños son chicos y recién aprenden a andar en la bici. Son un apoyo y evitan que se caigan, es decir, sirven para dar seguridad. Pues bien, “el papelito” me daba seguridad, seguridad de que no iba a caer al interpretar mal alguna carta. Con el tiempo, me di cuenta que eso en realidad, es casi imposible, pero eso lo veremos más adelante.
El único problema que yo encuentro en el uso de un soporte o muleta como en este caso, es la dependencia que puede generar. Consciente de ello, siempre traté de no tener que mirar tanto en la hoja para poder interpretar el sentido de la tirada. Al principio era casi imposible no mirar la hoja: las cartas se me hacían imposibles de interpretar sin una ayuda, una pista aunque más no fuera. Con el tiempo, me fui acostumbrando, y algunas cartas comenzaron a hablarme de manera más clara. Así, ya sabía que X significaba la posibilidad de un viaje, o que Y significaba la posible llegada de un amor, etc. Ahora, hagamos algunas puntualizaciones, que considero importantes. Cada lectura del Tarot es un acto de interpretación. Interpretar significa darle, a algo, un sentido. Un intérprete es aquella persona que está capacitada para traducir, y en ese sentido un tarotista es un intérprete. Cada vez que desplegamos las cartas sobre la mesa, nos encontramos con un conjunto de dibujos, imágenes, que relacionadas entre sí de determinada manera, pueden interpretarse, traducirse de una manera u otra.
Desde el área de la psicología, hay quienes sostienen que todo ser humano piensa en palabras, es decir, el acto de pensar consiste en poner en palabras –que dependerán de la lengua madre que tengamos o del idioma que estemos usando por la razón que fuere-, aquellas sensaciones que percibimos. Así, cuando somos capaces de decir que tenemos frío, que estamos tristes o alegres, lo que estamos transmitiendo es una sensación, que pudimos identificar primero para luego adjudicarle una palabra. De esa forma podemos comunicarnos. Sin embargo, hay quienes desde el área de la antropología sostienen que el ser humano piensa en imágenes. Nuestra mente recuerda episodios vividos y sensaciones percibidas como imágenes, que nuestra cultura –ya sea la cultura madre, aquella en la que nacimos, o la cultura en donde vivimos en la actualidad-, traduce en palabras, para poder comunicarnos con los demás. Si aceptamos esta última posibilidad, vemos que el lenguaje se encuentra en una situación de desventaja, limitada si se me permite, pues resulta complejo poder transmitir una imagen en su totalidad utilizando palabras, que pueden tener más de un sentido, y más de un significado. Por lo tanto, la explicación que hacemos sobre una imagen siempre es mucho más vasta y compleja que contemplar la imagen en cuestión, o bien una reproducción de la misma o una representación de la imagen primera.
El Tarot ha sido comparado con una biblioteca de 78 libros, o en una visión más modesta, con un libro de 78 páginas. Hay quienes han llamado a la baraja como “máquina de 78 piezas”, en la que las combinaciones entre piezas es fundamental a la hora de ver el resultado final. Pues bien, más allá de la metáfora que utilicemos, es cierto que al desplegar las cartas sobre la mesa nos encontraremos con una serie de imágenes, a las que daremos un sentido en palabras. Este es un proceso complejo, en la que entran en juego un conjunto importante de procesos mentales en el tarotista, procesos que le permiten decir, poner en palabras, aquello que ve.
Mi intención es aportar herramientas a quienes pretendan introducirse en el mundo del Tarot, pero no pretendo determinar el significado de cada carta en particular, ni explicitar cómo se debe leer si El Loco se encuentra a la derecha de El Mago, con un siete de bastos encima. No, mi intención es otra. Mi intención es comprender qué significa leer las cartas, cómo podemos prepararnos para esa tarea, y qué implicaciones tiene decirse tarotista. Así, desarrollaré mis creencias acerca de cómo llega el tarotista a comprender el significado de cada carta en particular y en general, en relación con otras. Estas creencias personales provienen de mi práctica concreta con el Tarot, y es esta experiencia la que pretendo y deseo exponer a tus ojos, querido/a lector/a. Así pues, comencemos a transitar el camino del Tarot.
continuará...
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