sábado, 20 de agosto de 2011

Tarot: tras las huellas del juego sagrado. Parte III

La primera pregunta interna que me hice al desplegar el mazo del Tarot fue: “¿Me tengo que aprender todo esto de memoria?”. Enfrentarse a 78 dibujos, algunos de ellos muy familiares por ser muy similares a los que vemos en cualquier baraja de estilo español, esa con la que jugamos al “roba-montón” o al “truco”, pero sabiendo que debemos darle un nuevo sentido y que ese nuevo sentido puede hablarnos sobre lo que podría suceder mañana, o lo que sucedió ayer, incluso contarnos sobre la vida de personas que no conocemos, puede resultar, en un principio, un tanto inabarcable. Pero aclaremos algunas cosas antes de continuar. Para empezar, debemos tener presente que todo mazo de tarot debe contener 78 cartas: ni una más, ni una menos. Sin embargo, en el mercado es posible encontrar mazos adivinatorios, algunos incluyendo el nombre “tarot”, conteniendo 36, 48 u 83 cartas. ¿Cómo se explica esto? Es sencillo. Por definición, un tarot debe tener 78 cartas, ordenadas de la siguiente manera:
  • 22 Arcanos mayores;
  • 56 Arcanos menores, ordenados en cuatro grupos, conteniendo cada uno de ellos lo siguiente: diez cartas numeradas del 1 al 10 más cuatro cartas de la Corte, a saber, Sota o Paje, Caballero, Reina y Rey;
  • Los 4 grupos se ordenan en “palos”, a saber: espadas, copas, bastos y oros.
Como se verá, la baraja española es muy similar a este modelo descriptivo de un mazo de Tarot, contando con 50 cartas (se eliminaron los Arcanos mayores, las cartas número 10 y las reinas de cada palo, y se agregan dos “comodines”). Las barajas que contengan un número diferente de cartas, o que su contenido sea diferente, pueden ser llamadas oráculos, pero no deberían ser llamadas tarot, si queremos ser precisos.
Esto nos remite a la Historia del Tarot, tarea que tampoco resulta sencilla. En este caso, voy a recurrir a los autores para hacer un repaso sobre las principales opiniones sobre el origen de este juego sagrado.
Fernanda Nosenzo Spagnolo, por su parte, afirma lo siguiente: “Los 22 arcanos mayores de las cartas del Tarot corresponden a las 22 letras del alfabeto hebreo, a los 22 grandes maestros de la Orden del Temple y a los 22 patriarcas de la Biblia. Están compuestos principalmente por los pensamientos esotéricos y espirituales de los grandes iniciados que nos han precedido y que segura mente han encontrado en ellos motivo de meditación e inspiración. […]Algunos autores sitúan su origen 35 siglos a. C.; otros en el siglo XVI. Entre una y otra fecha, todas las opiniones pueden ser válidas. En cuanto a su lugar de origen, éste se ubica, entre otros, en China, Egipto, Grecia, Italia y hasta la Atlántida. Veamos ahora qué vestigios se encuentran en Italia. Las cartas del tarot llegan hacia finales de 1300 a Ferrara y de allí, rápidamente, se difunden por toda la Italia central y del norte. Ferrara, con los estensi, se convierte entre 1400 y 1500 en la primera ciudad moderna de Europa y en uno de los máximos centros del Renacimiento. Los Estensi, emparentados con los Sforza y los Visconti de Milán, pero también con los Orléans y los Habsburgo, además de grandes aficionados al arte también lo son a los juegos, de modo que la corte y la ciudad están llenas de magos, astrólogos y adivinos, hasta el punto de inducir al mismo Papa a enviar un mensajero para averiguar qué es lo que está sucediendo allí. De todos modos, debemos decir que inicialmente las cartas del Tarot de Ferrara y de Milán nacen como simples cartas de juego. De hecho es bastante conocido todavía hoy el juego del Tarot, cuyas reglas son parecidas a las de la brisca y el juego de naipes. En cambio, por lo que respecta a la secuencia de los valores en el Tarot, con el tiempo se han codificado reglas que varían de nación a nación y de región a región: el Tarot lombardo o veneciano, las Minchiate de Florencia, el Pequeño Tarot de Bolonia, el Tarot de Mantegna y los Tarots de los Visconti. Pero veamos algunas fechas:
- 1442: en el Registro de los Mandatos de ducado estense está documentada la compra de cartas de triunfos para los caballeros. - 1456: en De Multipliciti Ludo, el jurista ferrarense Ugo Trotti califica los triunfos como un juego de puro ingenio, mientras que un anónimo grabador ferrarense hace una baraja de 50 cartas que han pasado a la historia como las cartas del Tarot de Mantegna. Éste es un ciclo iconográfico que hereda la tradición didáctica medieval, adaptándose a la cultura del Renacimiento, y en el cual se pueden cotejar numerosas analogías con las cartas del Tarot en miniatura de la corte de los Visconti, los Sforza y los Estensi.
- 1521: Pietro Aretino escribe, para la elección de Adriano VI, las Pasquinate, un conjunto de sonetos en los que los cardenales reunidos en cónclave son irónicamente designados con el nombre de cada triunfo. Treinta años después, el historiador de cómo Paolo Giovio también utilizará el mismo motivo satírico para ridiculizar a los prelados que participan en el largo cónclave que sigue a la muerte de Pablo III. Desde las cortes italianas las cartas del Tarot, afirman los historiadores, llegan a través de Suiza, a Francia: así pues el Tarot de Marsella, el más clásico y el más corriente, no sería otra cosa más que la copia (probablemente piamontesa) de un arcaico modelo de Ferrara o de Bolonia. La historia se detiene aquí: en la segunda mitad del siglo XVI, las cartas del tarot se hacen <>, se multiplican y se difunden por toda Europa gracias a la mediación francesa Veamos todavía algunas fechas significativas:
- 1660: los grabadores parisienses Noblet y Vieville imprimen un nuevo modelo de cartas del Tarot que el siguiente siglo se hará famoso con el nombre de Tarot de Marsella.
- 1781: Antoine Court de Gébelin, al analizar una baraja de cartas del Tarot de Marsella, afirma por primera vez su origen egipcio. Para sus detractores eso no era más que pura imaginación; en efecto en su tiempo se sabía muy poco de Egipto, aunque quizás jugó un papel relevante en la historia de esta técnica. Gretth Knight cuenta que Faulconnier escribe en su libro Las 21 cartas hérmeticas del Tarot adivinatorio (1886) que ha encontrado los vestigios de su origen precisa mente en los monumentos egipcios.
- 1784: Etteilla (seudónimo de Jean-Francois Alliette) publica un libro, Manière de se recréer avec on jeu de cartes nommée tarot, en el cual abraza la teoría de Court de Gébelin, pero rediseñando las figuras de las cartas de Tarot.
- 1856: Eliphas Levi imprime el Dogme et Rituel de la haute Magie, en el que afirma que estas figuras pueden ser modificadas aportando los dogmas de un esoterismo total que abarca todas las doctrinas metafísicas orientales y occidentales. Se puede decir que con Levi todo un universo misterioso, inquietan-te y mágico, entra a formar parte de las interpretación de las cartas del Tarot. En los decenios posteriores, un gran número de autores se prodigó en la creación de nuevas cartas del Tarot.”
[1]
Federico González, en El Tarot de los cabalistas, dice: "El Tarot es un libro escrito con imágenes y símbolos, cuyas láminas se van articulando entre sí, constituyendo un código. Es el origen de todos los juegos de naipes, aunque su sentido esotérico no se conserve en forma pública. Su nacimiento, se dice, se remonta al antiguo Egipto, y él constituye una manera de transmitir los símbolos secretos y sagrados de los iniciados herméticos, cuyo mayor auge se logra en la alta Edad Media y a principios del Renacimiento. Este instrumento de conocimiento ha sido diseñado especialmente por los alquimistas, filósofos y magos de la Tradición Hermética (rayo de la Tradición Unánime, condensado por los filósofos alejandrinos y expresado en el Corpus Hermeticum, atribuido a Hermes Trismegisto), no sólo para despertar imágenes y visiones, sino para explicar también la cosmología; igualmente es un conocido y eficaz vehículo predictivo […]Los orígenes históricos del Tarot son imposibles de rastrear, pero deben asociarse con la actividad lúdica-sagrada presente en todas las tradiciones conocidas y que, en base a la estructura matemática de los ritmos y ciclos universales, se refiere a la proyección de determinados acontecimientos que se manifiestan de forma cíclica, y de algún modo previsible, dada la carga que los hechos y fenómenos poseen, ya que tienden a reiterarse de una manera análoga, pero jamás exacta. En este sentido, todos los oráculos tradicionales, como el ya mencionado I Ching, la Astronomía Judiciaria de todos los pueblos, y los calendarios mesoamericanos, repiten las ideas fundamentales de la cosmogonía y su reformulación correspondiente y siempre presente. En diversas bibliotecas europeas pueden encontrarse distintos juegos de naipes, en particular italianos y franceses, que podrían ser considerados como los antecedentes directos del que hoy se conoce como Tarot de Marsella, cuya simbólica más conocida fue fijada en 1930 por Paul Marteau, aunque con antecedentes directos emanados desde el Renacimiento, y que adquieren forma casi definitiva en los siglos XVIII y XIX.”[2]
Santiago Bovisio, por su parte, enumera la siguiente historia: “1.Las veintidós figuras del Tarot, que son símbolos cosmogónicos, antropogenéticos y teológicos, son de origen atlante. 2 .Todos los pueblos arios reprodujeron estas 22 figuras en sus diversos templos, modificándolas paulatinamente. 3. Los egipcios las sacaron del obscurantismo en que habían caído, devolviéndoles su prístina belleza artística y significativa, llegando a confundir estas imágenes con sus dioses. Y todas las religiones tomaron del Tarot figuras y símbolos. 4. Los Tarots describen la formación del Universo y del Mundo, la creación del hombre, sus pasos hacia la evolución y la Iniciación, los poderes relacionados con la vida y desarrollo del ser. 5. Cada una de estas figuras tiene una corriente magnética característica, que se ha ido formando con los pensamientos de los sabios que las han venerado y estudiado, durante millares de años. 6. Durante el reinado de los Ptolomeos las figuras del Tarot fueron reformadas. Ptolomeo II, fundador de la biblioteca alejandrina, encargó la recopilación e interpretación esotérica de estas imágenes a algunos sabios judíos; estos sabios mezclaron símbolos bíblicos con las figuras, numerándolas según su alfabeto. 7. Las figuras del Tarot reformado de Egipto se perdieron durante el medioevo, totalmente suplantadas por los símbolos cristianos; pero luego las hicieron revivir: Tomás Campanella (1568-1639), en Italia; Guillermo Postel (1510-1581), en Francia; Miguel Mayer (murió en 1622), en Alemania; y Francisco Bacon (1561-1626), en Inglaterra. 8. El Tarot egipcio, en realidad, no existe; se le reconstruye en base a fundadas suposiciones y testimonios sacados de autores célebres. 9. Las figuras que actualmente se conocen son las del Tarot Italiano y las del Tarot de Postel; éstas últimas fueron ideadas por él mismo, en base a lo visto por él durante sus ensueños.”[3]
Paul Foster Case, en Resplandores del Tarot, afirma: “Este extraño mazo de cartas no tiene historia exotérica antes del siglo catorce. Los más antiguos ejemplares de dibujos de Tarot, preservados en los museos, fueron probablemente pintados por el año de 1390. La tradición oculta, no obstante, coloca la fecha de su invención por el año 1200. […] De acuerdo con la tradición oculta, antes mencionada, el Tarot fue inventado por un grupo de sabios que acostumbraban reunirse en la ciudad de Fez, en Marruecos. Después de la destrucción de la Gran Biblioteca de Alejandría, Fez llegó a ser un importante centro de estudio. Había allí una universidad que atraía estudiantes de todas partes del mundo. A esta antigua capital de la cultura vinieron ciertos miembros de una hermandad de hombres iluminados. Efectuaban conferencias en las cuales intercambiaban puntos de vista, comparaban sus más recientes descubrimientos y discutían las conclusiones filosóficas indicadas por tales descubrimientos. Uno de los más serios obstáculos en la vía del libre intercambio de ideas era la barrera de los diferentes lenguajes. Debe recordarse que aquellos hombres venían de diversas partes del globo y que estaban impedidos naturalmente por diferencias en su terminología filosófica. Así que decidieron sobre la forma de incorporar lo más importante de sus doctrinas en un libro de figuras, cuyas combinaciones dependieran de las armonías ocultas de los números. Quizás fue un Adepto CHINO quien sugirió la idea, porque los chinos tienen un proverbio: “Una pintura vale por diez mil palabras” y la escritura china está formada de pinturas convencionales. Estas figuras expresan ideas en vez de palabras; así que los chinos, japoneses y coreanos, si saben escribir, pueden comunicarse fácilmente entre sí, aunque hablan más de siete lenguas diferentes. Como armazón para su invento, los sabios escogieron el sistema simple de los números y las letras proporcionado por la Qabalah, o Sabiduría Secreta de Israel. Para comprender completamente el Tarot y hacer mejor uso de él, es necesario entender la Qabalah. Pero tal preparación no es requisito para el estudiante que apenas inicia el estudio del Tarot. El Tarot es de tal naturaleza que cualquier persona que piense, considerando sus Claves, será conducida por el sendero del conocimiento de sí mismo que culmina en iluminación, sabiduría y felicidad. Así, tarde o temprano, se pondrá en contacto con Aquellos que pueden probar su idoneidad para más avanzado entrenamiento y guiarle, si está calificado, por la porción de sendero que está oculto a nuestros ojos”[4].
El conocido ocultista Aleister Crowley, afirmó lo siguiente: “El origen de esta baraja de cartas es muy oscuro. Algunas autoridades pretenden remontarlo hasta los antiguos Misterios Egipcios; otras los fechan en una época mucho más tardía, el siglo XV e incluso el XVI. Pero el Tarot ya existía indudablemente en lo que puede denominarse forma clásica en el siglo XIV, pues aún se conservan barajas de esta fecha y la forma no ha variado en ningún aspecto notable desde aquel entonces. En la Edad Media estas cartas fueron muy utilizadas para predecir la fortuna, especialmente por parte de los gitanos, de modo que era habitual hablar del «Tarot de los Bohemios» o «Egipcios». Cuando se descubrió que los gitanos, a pesar de la etimología, eran de origen asiático, hubo quien trató de hallar el origen del Tarot en el arte y la literatura de la India.”[5]
Papus, siguiendo la línea anterior, nos dice: "Los bohemios poseen una biblia; esta biblia les facilita el diario vivir, pues con ella predican la buenaventura; esta biblia es también un motivo continuo de ocio, puesto que les permite entretenerse jugando. Sí, ese juego de cartas denominado Tarot, que poseen los bohemios, es la biblia de las biblias. Es el libro de Thot-Hermes-Trismegisto, es el libro de Adán, es el libro de la revelación primitiva de las antiguas civilizaciones. […] Este juego de cartas de los bohemios es un libro maravilloso, como acertadamente lo ha observado Court de Gébelin y sobre todo Vaillant. Este juego, con el nombre de Tarot, Torá, Rota, ha formado sucesivamente la base de la enseñanza sintética de todos los pueblos antiguos. Allí donde el hombre del pueblo no ve otra cosa que un simple pasatiempo, los pensadores vuelven a encontrar la clave de esta oscura tradición. Raymond Lulle basa su Ars Magna sobre el Tarot y logra reemplazar el cerebro humano con el automatismo de aquél; Jerome Cardan escribe sobre las claves del Tarot un tratado de la sutilidad; Guillaume Postel halla en el Tarot la llave de las cosas ocultas y Louis Claude de Saint Martin, el filósofo desconocido, ve descriptos en ellos los lazos misteriosos que unen a Dios, el Universo y el Hombre.”[6]
Jimena Fernández Pintos nos propone, de manera resumida, lo siguiente: “El Tarot está compuesto por 78 cartas de origen desconocido, con 22 Arcanos Mayores y 56 Arcanos Menores […] y ancla sus raíces en el hermetismo, la astrología, la numerología, la cábala, la alquimia y corrientes filosóficas como el neoplatonismo.”[7]
En una visión menos cargada de misterio, Eveleyn y Terry Donaldson nos dicen: “La baraja de Tarot más antigua que se conoce tiene su origen en la Italia del siglo XIV, donde un noble italiano hizo pintar a mano una baraja como regalo para la boda de sus hijas. El Tarot era y todavía es un juego de cartas. Conocido en Europa como el tarocchino, consiste concretamente en un juego de números donde cada naipe tiene un valor, y el jugador con la mano más alta gana. ¿Los símbolos místicos y temas religiosos que expresan las cartas fueron deliberadamente introducidos como consecuencia de ciertas enseñanzas esotéricas o, como parece más probable, su integración fue parte de un proceso más que de una decisión deliberada? Esta pregunta ha suscitado extensos estudios y debates. Las cartas representan los principales aspectos de la vida y muestran lo que podemos aprender de nosotros mismos. Cada naipe recibe el nombre de Arcano, que significa «misterio», pero yo prefiero considerarlos como «explicaciones»: un misterio es algo indescifrable, mientras que una explicación nos permite vivir la vida con un mayor grado de conciencia y, por lo tanto, con mayor capacidad de ser felices. Lo más importante no es lo qué «hay» en las cartas sino lo que somos capaces de ver en ellas. Según nuestros conocimientos, veremos en los naipes la representación de leyendas, cuentos mitológicos y alusiones a «enigmas» y sus respectivas explicaciones. El trabajo con las cartas puede compararse, en cierto modo, con la asistencia a un gimnasio: desarrollar lo que está latente en cada individuo de acuerdo con la cantidad de esfuerzo y trabajo invertidos.”[8]
Siguiendo con esta línea, Alejandro Jodoroswky afirma: “Nadie sabe quien invento el Tarot, ni donde, ni cuando. Nadie sabe lo que significa esta palabra, y tampoco a que idioma pertenece. No se sabe tampoco si esta al origen del juego de cartas o solamente el resultado de una lenta evolución que hubiera empezado por la creación de un juego de cartas llamado "naïbbe" (cartas) y al cual se le hubieran agregado los ARCANOS MAYORES y las PINTAS: Primer punto de referencia certero, la prohibición en 1376 en Bern, del juego de cartas. En 1392, esta dicho en las minutas de Charles Peupart, tesorero de Carlos VI, se pagaron 56 sols al Jacquemin Gringonneur de París, para pintar tres juegos de cartas en dorado. Pero esto no quiere decir que Gringonneur haya inventado el Tarot... En 1377, un monje alemán – Johannes- menciona un juego de carta que habría visto en suiza. En España, se señala la aparición del juego de cartas en 1378. En 1457, San Antonio, en su "Tratado de Teología" hace referencia al Tarot. En 1500, un manuscrito latín – "Sermones de ludo cum aliis"- contiene la lista de los ARCANOS MAYORES. Hasta el siglo XVIII, el Tarot es asimilado a un juego de azar y su sentido profundo pasa desapercibido. Se copian los dibujos, se los transforman, se los mutila, se adornan con retratos de nobles, se les pone al servicio a la suerte de la corte. Pero en 1781, el autor francés Court de Gebelin redescubre el Tarot (de Marsella) y lo presenta en el noveno volumen de su "Mundo Primitivo". Agregando un cero al LOCO, equivocándose en los números del EREMITA y de la templanza agregando un pie a la mesa del malabarista, transformando el cetro del Papa, dibujando el Ahorcado de pie etc., pretende también corregir los "errores" del original y, ignorando sus inexactitudes, dándole al Tarot un origen puramente inventado: las 22 CARTAS Mayores serán jeroglíficos perteneciendo al "Libro del Toth" rescatado de las ruinas egipcias hace mas de mil años... Diez años mas tarde, un adivino, el barbero Eteilla "restaura" la "significación" del Tarot de Marsella y establece entre sus Lames fantasiosas unas menos fantasiosas relaciones con la Astrología y la Kabbale. ¡Y desde entonces, miles de libros fueron escritos demostrando que el Tarot toma su fuente de los Egipcios, los Chaldeos, los Hebreos, los Arabes, los Hindus, los Griegos, los Chinos, los Mayas, los Extraterrestres, los Suprahumanos, cuando no se evoca al Atlántida o a Adam si mismo susceptibles de haber dibujado los primeros bosquejos! La palabra TAROT seria egipcia (TAR: caminos; RO, ROS, ROB: real), hindu-tartaro (TAN-TARA: zodiaco), hebreo (TORA: ley), latín (ROTA: rueda; ORAT: el habla), sánscrito (TAT: el todo; TAR-O: estrella fija), Chino (TAO), etc. Diferentes grupos étnicos y religiosos, diferentes sociedades secretas se han reivindicado la paternidad: Gitanos, Judíos, Masones, Rosa-Cruz, Sofistas... Encontramos influencias de los evangelios y del relato del Apocalipsis (en las Lames como EL MUNDO, EL AHORCADO, LA EMPERATRIZ, LA JUSTICIA, LA TEMPLANZA, LA FUERZA, EL DIABLO, EL PAPA, EL JUICIO), enseñanzas tantricas, del "YI KING" y del calendario solar azteca. Algunas ven en el Tarot una obra de alquimia, kabbalistica, astrológica, aritmomancica. Cada sociedad, cada nudo esotérico, cada rama de la magia, cada Iniciado, cada nacionalidad, cada artista sienten entonces la necesidad de pintar por fin el verdadero Tarot...”[9]
Como se verá, existen diversas teorías acerca del origen del Tarot. No es mi intención polemizar sobre cuestiones históricas, ni determinar cuál de las teorías transcriptas tiene mayor o menor asidero. Confío en que tú, lector/a optarás por aquella teoría que tenga los elementos más sólidos según tu criterio, o bien aquella teoría que te sea más agradable o posible de aceptar.
Pero pasemos ahora al siguiente paso: ¿cómo elegir nuestra baraja de Tarot?

Continuará...

[1] NOSENZO SPAGNOLO, Fernanda. Guía práctica del Tarot. Ed. Martínez Roca, Barcelona, 1997. Pp. 4-6.

[2] GONZÁLEZ; Federico. El Tarot de los cabalistas. Barcelona, 1981. Pp. 4-5.

[3] BOVISIO, Santiago. Libro XLIV: El Tarot (s/d) Pág. 2.

[4] FOSTER CASE, Paul. Resplandores del Tarot. Ed. Biblioteca Upasika, Montevideo. Pp. 8y9.

[5] CROWLEY, Aleister. El libro de Thoth. Ed. Luis Cárcamo, Madrid, 1985. Pág. 3.

[6] PAPUS. El Tarot de los bohemios. (s/d) Pp. 6-7.

[7] FERNÁNDEZ PINTOS, Jimena. Curso práctico de Tarot. Ed. Océano/Ámbar. Pág. 8.

[8] DONALDSON, Evelyne y Terry. Conceptos básicos. El Tarot (s/d) Pág. 2.

[9] JODOROWSKY, Alejandro. El Tarot de Marsella restaurado o El arte del tarot. (s/d). Pp. 1-3.

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